miércoles, 8 de abril de 2020

Se llama Maria Elena.

Rondaba aproximadamente los treintaicinco años, su complexión era entre robusta y curvilínea, con muslos gruesos y marcados y con una cintura muy marcada, y sus escotes dejaban ver muy bien el tamaño de sus tersos pechos, su cabello era ondulado y oscuro largo hasta la cintura, su rostro era afilado y de pómulos marcados, labios gruesos y carnosos, no tenía necesidad de usar labial, su mirada, con ojos color avellana, era firme  y seductora, su aroma era como de frutas cítricas  y flores, solía usar vestidos con volado y cortos para poder presumir esos muslos que tanto me enloquecían...
Así fue como la conocí.

Yo me dirigía hacia mi casa, pasando por una plaza en el centro. Pase por  un local que no exhibía ninguna mercancía, me pareció curioso, pero no le presté atención, pase de largo  y entonces una voz me llamó:
-¡Hola!... caballero, ¿que va a llevar el día de hoy?- Me dijo  mientras guiaba sus ojos hacia dónde estaba yo.
Regresé mis ojos para atender a quien me llamó, me detuve unos segundos para observar el local, y al percatarme de que no había mercancía a la vista, respondí -¿Cómo podría decidir lo que deseo comprar si no estás mostrando tu mercancía?
Se rió muy sutilmente, -No prestas atención a los detalles, la mercancía esta delante de tus ojos-
Su respuesta me extrañó, puesto que lo único que estaba al alcance de mi mirada era ella, entonces  encorve mis cejas y mientras una pregunta aparecía en mi mente -¿Se estará refiriendo a si misma?-
Al notar mi reacción comenzó a caminar hacia mi persona, acentuando sus sinuosas caderas a cada paso. Verla moverse así me despertó una sensación cruda en mi bajo vientre,  mi respiración se volvía más profunda a cada paso, y mientras ella se acercaba, podía yo notar ese aroma de su perfume. Al llegar hasta dónde estaba yo, me tomó del brazo y me llevó adentro del local.

El lugar estaba iluminado con una luz cálida, con sillones al rededor y mesas de café frente de ellos.
-Toma asiento, ¿te gusta el café?, te prepararé una taza mientras te vas poniendo a tono.-
A los minutos regresó con una humeante taza de café, puso delante de  mi la taza y una charola con leche, crema, y azúcar. Me dispuse a prepararme la taza de la manera que me gusta beberla, entonces comenzó la charla

-Te veo pasar por aquí muy seguido, pero nunca pasas a ningún local, siempre vas muy aprisa-
-Si, por qué siempre voy hacia mi casa, me gusta caminar después del trabajo, ahora que veo este lugar, pienso que es una pena no haberlo visto antes.- clave  mi mirada en ella, esperando por su respuesta, estaba seguro que algo sucedería con esa mujer.
-Si bueno, pero cada cosa tiene su momento y ya estás aquí.-
Sin más ni más dio la media vuelta  y regresó al lugar desde dónde me habló antes de entrar.

Probablemente me había equivocado y sólo se trataba de una mesera más en cacería de comensales para su cafetería, aunque yo no pedí ningún café, alguna cortesía por tratarse de mi primera visita, aún así no quería perder la oportunidad de tener más acercamiento con ella.

-No me has dicho tu nombre- dije alzando la voz para que me escuchara desde mi lugar.
-Tu tampoco, así que estamos a mano.-
-Alejandro, ese es mi nombre.-
-No  pregunte cuál es tu nombre, no necesito saberlo- Respondió con un tono severo.
Fue entonces que comencé a alterarme -Disculpa, pero al menos, por cortesía ya que yo no deseaba entrar aquí en un primer lugar, pero no te preocupes, entiendo y dejaré de  molestarte- respondí de la manera mas seca que me fuese posible. termine mi taza de café  y al tiempo la chica me dijo que no era necesario pagar ni dejar propina, pero que me retirara de una buena vez.
La manera en como se expresaba me estaba molestando cada vez más, trataba de contener mi enojo, pero era  muy notorio, aún más cuando tenía esa sensación de certeza  que me indicaba que algo sucedería entre ella y yo.
Me levanté rápidamente, evitando hacer espavientos, pero mi rostro me delató, ella notó que ya me encontraba molesto.
Al pasar a su lado ella me detuvo y me entregó un papel con su numero de teléfono. -María Elena, ese es mi nombre, llámame un día de estos, se dio la media vuelta y cerró de golpe la puerta.

Los días siguientes la tuve muy en mente, todos sus detalles me excitaban, y algo en su actitud me hacia sentirme furioso, pero aun así me resultaba muy seductora.
No espere muchos días para llamarla, yo tenía en mente una sola cosa: tenerla en mi cama.
-Hola María Elena, soy Alejandro, el sujeto que estuvo en tu  café hace unos días-
-Ya te estabas tardando en llamar, ¿qué deseas?-
-A ti- le dije sin rodeo alguno.
-Bien pues vas a tener lo que deseas entonces, salgo a las seis, pasa por mi y veremos a donde ir.- colgó inmediatamente terminó de hablar.

Dieron las seis de la tarde, llegué a su café, ella estaba terminando de cerrar.
Sin más rodeos, le indique quería que pasáramos a un bar para beber un par de copas antes de llevarla a  mi casa, minamente para entrar a tono, posó sus ojos en los míos  y de una manera  muy fría asintió.

Mientras estábamos en el bar, no hubo mucha conversación, solo esa tensión sexual, ese erotismo que iba y venia entre los dos, aún así  degustábamos muy lentamente nuestras bebidas, para saborear más  la anchura de sus caderas. Fue al rededor de una hora  y cuarto el tiempo que estuvimos ahí, terminamos nuestras copas a la par, pagué la cuenta  e inmediatamente salimos del lugar.
No se encontraba lejos de  mi casa, por  lo que no tuve prisa alguna para llegar, al rededor de unos quince minutos para llegar, quise minutos que se volvían mas fuerte mi ímpetu de recorrer con mi lengua todo su cuerpo.

Al momento de llegar a mi casa, se abalanzó bruscamente hacia mi, mientras se iba quitando el vestido hasta que se frenó en seco, exigiendo que yo también hiciera lo mismo, expresándose de una forma tan demandante, me generaba algo de ira, sin embargo accedí a su petición.
Mientras me estaba desnudando ella comenzaba a tocar sus pechos, y rosar su genital, pero su mirada seguía firme y severa, lo que me causaba más enojo.
Al momento de estar completamente desnudo me acerque a ella para intentar tocarla, para lo que ella se negó, haciéndose hacia atrás, me enojé aún más.
-De qué se trata esto ¿acaso estas jugando?- respondí mientras le alzaba la voz.
Entonces se acercó y me permitió comenzar a tocarla. Rose su cuello, su torso, sus pechos, sus firmes nalgas  y al momento de acercar mi mano hacia su genital, nuevamente se negó.
-Si no deseas estar aquí no me hagas perder el tiempo, que tampoco tengo necesidad de estar tolerando indecisiones, ¿Quieres  o o no?- Respondí mas severamente que antes.
Se mordió los labios, comenzó a hacerme una tocar mis genitales. -No contengas más esa ira, esa frustración, úsala a tu favor  y complaceme.-  al decir eso fijo nuevamente su mirada con esa expresión seca, pero ahora tenía un tono retador.-
Entonces esa sensación de enojo y frustración se convirtieron en pensamientos, ideas que me enfurecían.
Arremetí contra su cuerpo, me puse en cuclillas mientras a ella la recosté en el sillón, le separé las piernas  y enérgicamente comencé a lamer su vagina y rosar sus muslos y tan pronto comencé a hacer esto sus fluidos comenzaron a humedecer mi rostro.
Levante mi rostro para ver el de ella: agitada  y con una expresión de rigor que me embruteció, subí mi rostro hasta el de ella y la compensé a besar salvajemente mientras la masturbaba mientras la ira me invadía, entonces procedí a penetrarla, envestí su cuerpo repetidamente  hasta que me empujó contra el suelo, acomodó sus caderas sobre  mi pelvis y comenzó a moverse enérgicamente.
Mientras tanto, el enojo se convertía en imágenes que me invitaban a tocarla de manera más lasciva, recorría con mis dedos sus pellos, lamia sus pezones, mordía su cuello y besaba sus carnosos labios, en un intercambio de caricias que sustituían golpes, durante un largo rato hasta que llegamos al clímax de nuestro acto.
Al concluir ambos  estábamos tan agitados que nos tomó un rato recuperarnos.
Una vez repuesta, se levantó, se vistió mientras yo la miraba, no dirigió palabra alguna, se dirigió a la puerta y antes de salir, dio la media vuelta  para dirigirme nuevamente esa mirada que tanto me enfureció, para despedirse con un guiño.

Cuanto placer encontré en la irá que me produjo esa mujer, no hubo necesidad de agresiones, por que ambos deseamos que eso fuera, para usarla a nuestro favor y deleite.

Estoy pensando en llamarla de nuevo, dentro de algún tiempo.



domingo, 5 de abril de 2020

De cerca y de lejos: compañia.

Ha pasado tiempo ya desde que regresé a mi ciudad natal y el bancho y yo hemos podido mantener la misma cercanía de siempre aunque no ha habido manera de podernos frecuentar tanto como antes, ya que las circunstancias no lo permiten, sin embargo hemos mantenido comunicación frecuente, como es natural entre los amigos, pero últimamente se da más por mi parte que por parte de él, debido a ciertas dificultades que he venido atravesando y el me ha brindado su escucha.

Los últimos meses he pasado por una serie de cambios tan simultáneos que no los he podido manejar de  la mejor manera, todo esto ha despertado en mi variedad de sensaciones y pensamientos que provocan que valla más allá de lo que en realidad ha sucedido, y he recurrido a él para pedirle su  escucha y yo poder dejar de sentir presión al menos por un momento.
Estaba pasando por dificultades familiares  y económicas, problemas que son propios de la  edad que estoy viviendo, pero por más naturales que sean estos problemas yo no sabía que hacer con ellos, recurrí a  mi amigo para comentarle todo esto, y cuando terminé de hablar se dirigió a mi, con firmeza  y serenidad -Mira, Julio, éstos son problemas por los que todos pasamos, no es un asunto que se reduzca solamente a tu persona, tienes que solucionarlo, yo te puedo escuchar cada vez que tengas problemas, pero yo no puedo hacer más que eso, lo demás te corresponde a ti, entiéndelo- no pude contestarle más que un intento de decir algo similar a lo que me dijo, y es que se bien que todos estos asuntos me los he acarreado yo mismo y me corresponde a mi resolverlos, todo lo demás que decía eran excusas disfrazadas de explicaciones innecesarias para poder librarme del temor que me generaba hacerme cien por ciento responsable de mis asuntos, aún así, por tontos que fuesen mis argumentos, él me escuchó, procurando no darme la razón, si no más bien demostrarme lo equivocado que estaba.

Así ha sido en repetidas ocasiones, con subidas y bajadas, momentos en los que puedo ver cabalmente lo que hago y puedo tomar mis propias decisiones y otras en las que me dejo entorpecer y sobrellevar por mis pensamientos.
Todas esas sensaciones no me resultaban para nada agradables, pero lo que menos me gustaba era pensar que estaba abusando de la confianza  y compañía de  mi mejor amigo, de eso no se trata una amistad, entonces se despertó en mi el deseo de tener la sensación de simpleza, poderme reír de cosas que parezcan tan vanas pero que nutren tanto, de sentirme libre de mi inmadurez y estar más relajado.
¡Carajo!, que costoso me ha sido.

Después de tantas conversaciones sobre todas estas situaciones, pudimos vernos, lo acompañe a realizar unos encargos que tenia que hacer, después de ello fuimos a el café en el que nos hemos reunido por años, el lugar estaba muy solo, un par de personas en las mesas interiores, y en el área exterior, un par de chicas  en una mesa y en otra Bancho y yo. La conversación que teníamos era variada  y sencilla, hasta que se percató de la presencia de aquellas chicas, Bancho intentó iniciar conversación con ellas para tratar de hacer una conversación entre los cuatro, pero una de ellas respondió muy hoscamente, quizás pensado que ese intento de aproximación tenía otras intenciones. Eso fastidio un poco el momento, por lo que decidí invitarle una pizza, el complementó la cena con un par de cervezas; ya era una costumbre: pasar por café y después por cervezas.
Al momento que regresamos a mi hogar, nos quedamos en su coche conversando por largo rato, ahora el asunto se trataba de Bancho, eso que sucedió en el café lo fastidio un tanto, pues ha tenido roces así muy seguidamente  y ya se estaba sintiendo cansado de eso, en ese momento me dispuse a escucharlo, y tratar de ofrecerle algún consejo. Despues de una muy larga y constructiva conversación se retiró un poco más tranquilo.

Al día siguiente me quedé pensando en esa conversación, por una parte me sentí tranquilo por que al final lo noté calmado, además de que pude ofrecerle a mi amigo, mínamente lo que pude darle, mi compañía, pero por otra parte sentí un dejo de culpa, él durante los últimos meses constantemente me ha brindado su escucha y ya sabía yo, por palabras de él, que a ratos no la pasaba del todo bien, nada que lo derrumbe ni que sea algo preocupante, pero aun así  tenia uno que otro sorbo amargo de vez en cuando, no es algo que deba evitare, pero poder darle escucha a sus asuntos es algo que podría dar tranquilidad y reflexión.

Días después mi malestar me comenzó a aquejar nuevamente, trate de controlar mis sensaciones, me sentía con una opresión en el pecho, muchos pensamientos invadían mi mente y no me sentía para nada tranquilo, aun así insistí en tratar de controlarme. Más tarde recibí una llamada de  Bancho invitándome a salir, pero no pude acompañarle en esta ocasión, me sentí mal por rechazar una invitación de  mi mejor amigo, más cuando en estos meses me ha acompañado tanto, le regresé la llamada minutos después para conversar sobre lo que estaba sintiendo, me escuchó y aconsejó pero ahora con un tono mas severo. -Julio, ya arregla esto por favor,  ya ha sido mucho, yo igual voy a seguir escuchándote, eres mi amigo, pero ya en verdad fue mucho, ya no somos adolescentes para seguir haciendo éstas cosas de ésta manera, ya somos adultos  y necesitas entenderlo, esto no es algo que tengas que pensar mucho, simplemente se toma la decisión y ya- 

Nuevamente sus palabras me dejaron pensando sobre  mi y mis acciones, a partir de ese día decidí que los asuntos que no tienen que ver conmigo, si no más bien que son exclusivos de mi familia, no les dedicaría mayor importancia, ni cargaría con asuntos que no son míos, si bien se trata de  mi familia, no puedo quedarme sosteniendo lo que no es mi responsabilidad.

Pasó aproximadamente una semana, mientras seguíamos manteniendo comunicación por medio de mensajes, -Hola Maricotas, estoy pasando cerca de tu casa, ¿quieres acompañarme a un encargo?- no titubeé en decirle que si, me hacia falta verlo. No pudo evitar avergonzarme  públicamente con sus típicas bromas ácidas, aunque si me dieron pena todas las bromas que me hizo en ese momento, la verdad es que si pase  un buen rato, cosa que estaba haciendo falta desde hace tiempo.
Más tarde, me contó que hace unos días sucedió algo que no lo hizo sentir del todo bien, eso pasó el día en que me llamó para salir y que no pude acompañarlo, y que en esa ocasión solo necesitaba no escuchar problemas de los demás, pero aun así me escuchó, recalcando esto nuevamente: por que somos amigos.

Me detuve a pensar en que frecuentemente, cuando me dejo llevar por todas estas sensaciones, no pienso en como se encuentran los demás, si es una prioridad hablar de mis asuntos  de manera infantil, o si la persona a quien acudo necesita algo de mí.
Eso me generó algo de culpa, puesto que ya venía pensando que no era justo para un amigo tener que escuchar problemas del otro siempre que conversan, y yo ya me había fastidiado de no poder dirigirme a él sin tener de otra cosa que hablar más que problemas, solo deseaba volver tener momentos de simpleza acompañado de Bancho.

Pero algo le he vuelto aprender aquel hombre, algo que ha demostrado siempre: como se mantiene una amistad.
Estoy muy agradecido por poder aprender eso en estos momentos de mi vida.

Quizás Bancho ya lo sabe, no recuerdo si se lo he dicho o no, pero por mucho tiempo quise tener una amistad como la que hoy tengo con él, y aunque a veces no es posible vernos, sé que la compañia que nos ofrecemos se mantiene de cerca  y de lejos.

jueves, 12 de marzo de 2020

Huele a leña

“Huele a leña”

Huele a leña, madera que se quema en el fuego,
Brillante, el fogón, la candela
Dichosa, pues, que me otorgas tan grato momento
Aroma que vuela,
Y en el aire dejas
Lo que mi mente dice, esto es lo que más añoras.


Huele a leña y una vez más se despierta el recuerdo
De aquella vez que con amigos estuve
Y así sin más ni más, en el humo me pierdo
Bendito tú, el humo que sobre mí, se extiende como nube,
Mis recuerdos en el cielo esparces


Huele a leña, olor ahumado
Mientras vivo una nueva memoria
Siempre me regresas al pasado
No dejes que se apague, que el fogón
Siga ardiendo, que la llama viva,
Que viva un poco más
Y de la leña poder disfrutar.


Gracias amigos, mis hermanos ajenos,
Que con ustedes grandes momentos son

Y hoy por hoy, mis recuerdos huelen a leña y el fogón.



domingo, 8 de marzo de 2020

Libertad.



Agotado tras el revuelo, 
prisión invisible, techo claro. 
Pensamientos de desvelo. 

Estiro mis manos, 
Las alas se cansan,
la libertad se retrasa. 
Suspiro y grito, todo en vano. 

Una y otra vez,
ahí, aquí, en el mismo lugar
choco con la pregunta.
Pero respuesta no puedo atinar.

Veo la salida pero no la puedo atravesar...

Nunca hacia afuera, siempre hacia adentro, ahí, aquí, en mi lugar
y es que después de todo, libertad,
dentro de mi ya te encuentras.

miércoles, 12 de febrero de 2020

Un altar



Uno de los detalles que más me ha llamado la atención del bancho es que al entrar en su casa,. Inmediatamente uno es recibido por un altar, dedicado a sus prácticas de artes marciales, en el cual él coloca objetos de valor emocional y simbólico.
La fecha de su cumpleaños se acercaba y yo había planeado ir a mi pueblo natal, y quedarme algunos días en su hogar, como el ya lo había hecho anteriormente en la que hasta ahora ha sido mi casa.
Era ya el día del su cumpleaños, lo llame para avisarle que iba a llegar antes de lo planeado, pero para él no representó ningún problema.
Llegué a la terminal de autobuses, hacia algo de frío y la ciudad estaba muy calmada, no la recordaba así, a los pocos minutos bancho llegó

-Bienvenido viejo ¿que tal el viaje?- me dijo mientras me extendía su mano
-Muy bien, muy tranquilo, por cierto, felicidades, le respondí el saludo tornandolo en un abrazo de camaradas.
Nos fuimos directo a su hogar para dejar mi equipaje
-Bienvenido- decía mientras abría la puerta y encendía la luz y al iluminarse la habitación, justo delante mi estaba ese altar que durante tantos años me había causado curiosidad, conozco bien los objetos que tiene ahí, no pienso entrar en muchos detalles, solamente puedo afirmar que son objetos muy preciados para él, todos relacionados, como ya lo expliqué, con el kendo y la cultura japonesa, siempre que entro en su hogar no puedo evitar ver el altar y notar la energía que aporta a la atmósfera del lugar.
Antes de que tomáramos asiento y comenzamos con nuestras habituales charlas, tome mi equipaje y saque los presentes que tenía para él, me aseguré de prepararlos de una manera en que se me ha transmitido por las costumbres que llevo, cuando un amigo te recibe en su hogar has de tener en cuenta llevar algo para el hogar, incienso de sándalo fue lo que lleve, algo para su familia, opte por un remedio naturista para los dolores corporales que he preparado para él en una que otra ocasión, algo para tu anfitrión, como él no había comido nada que yo preparara, y como me gusta mucho la cultura china, decidí que llevaría un platillo tradicional chino, baozi, un pan al vapor relleno de carne y verduras, el último detalle a considerar es algo que compartan entre ambos, una botella de sake, una bebida japonesa.
Esperaba que no le incomodaron tantas atenciones de parte mia, pero es que nunca había tenido la oportunidad de pasar su cumpleaños con él, aún después de tantos años de amistad, y en efecto, no le parecieron nada excesivos aquellos detalles.
Comenzó la charla y pasamos vario rato hablando sobre artes marciales, nuestra serie favorita, planes a futuro etc, hasta que ya se hizo muy noche y quedamos noqueados por mi platillo.
A lo largo de la noche iba notando algo en bancho, hablaba de una manera más jovial, más tranquila, por fin la edad lo alcanzó y maduró de una manera muy natural, aunque conservando siempre ese toque ácido en su manera de ser.
Al día siguiente hicimos un poco de lo mismo y no resultaba en absoluto repetitivo, hasta que en la noche decidimos salir, como el canalla ya no estaba abierto, decidió que lo mejor para pasar el rato y yo reconectarme con la ciudad sugirió ir al viejo mercado del pueblo para tomar algunas cervezas.
-Estoy pensando en estudiar nuevamente, retomaré la preparatoria-
me dijo mientras meditaba la opción con un cigarrillo en la mano.
-Sabes, siento que en aquel entonces, cuando era más joven no aproveche bien los estudios y ya tengo una carrera, pero quiero volver a estudiar, para encontrar un lugar o una ruta nueva para mi vida-
-Sabes bancho, es algo que me enorgullece mucho de tu persona, siempre estás buscando hacer algo nuevo en tu camino, y hacer cosas que te traigan crecimiento-
No dijo nada y se quedó viendo al vacío, pero noté como se esbozó levemente una sonrisa en su rostro, pocas veces había visto ese gesto en él, y es que realmente pocas personas entienden esa clase de acciones en el, pero el tiempo que hemos pasado me ha permitido ver lo que se mantiene detrás de la mayoría de sus actos
Entonces llegó mi turno de hablar sobre mis planes a futuro
-ya he platicado contigo sobre la condición de mi papá, y también la idea que tienes para dentro de un tiempo me inquieta un poco, por lo que estoy decidiendo regresar a vivir aquí, ya lo discutimos hace un tiempo pero contemplado como una opción, ahora lo veo más como un hecho-
-Bien, me alegra que por fin tomarás la decisión, ambos sabíamos que es lo que necesitabas hacer desde hace un buen tiempo-

Después de eso fuimos a caminar por las plazas del lugar hasta llegar nuevamente a su hogar y nuevamente al abrir la puerta se encontraba ese curioso altar que tanto me ha llamado la atención, no sé si él se ha percatado de la curiosidad que me despierta ese altar, el acomodo de las piezas que lo componen así como lo que representan además de que se percibe con una atmosfera de calidez y cercanía.
Esa noche la terminamos viendo películas y viejas series que siempre nos han gustado, quizás más a él que a mí, sin embargo las disfruto.
Al tercer día él tenía que dar entrenamiento de kendo en el dojo, le pedí que me permitiera entrenar con él puesto que deseaba conocer lo más elemental del kendo así como el poder aprender directamente de él, cosa que deseaba desde hace ya tiempo, aunque durante muchos años me decía que no era lo adecuado porque regresaría a la ciudad en la cual laboro y no le daría seguimiento junto con el equipo de practicantes de su dojo, aunque en esta ocasión me lo permitió, porque sabía él que no era un mero capricho de conocer kendo y retirarme, sino que de verdad deseaba aprender de él así que acudimos al entrenamiento y conocí a algunos de aquellos que practican con él.

En ese momento conocí otra faceta de él: el maestro. Se mostraba muy firme en sus indicaciones, muy propio en las correcciones que nos hacía así como la atención hacia los ejercicios que realizamos y entonces noté algo, esa sensación, la que me invadía cada vez que veía su altar, la estaba sintiendo en esos momentos y entendí algo sobre aquello que siento delante de su altar, tiene que ver con la disciplina como forma del respeto y homenaje a quienes nos han enseñado, eso nos aporta cercanía y calidez con aquellas personas.
Más tarde pasamos a comer a un lugar cercano, durante ese momento nuevamente no hizo falta mucha conversación, cada vez el silencio resulta más cómodo entre nosotros dos, a veces las palabras están del sobra cuando se está con buena compañía.
Pero más tarde sucedió algo que me causa, aún, algo de remordimiento, resulta que soy una persona con pocos filtros para hablar, más cuando me siento en confianza y eso me ha causado muchos inconvenientes y lo he hecho quedar mal debido a mis impertinentes comentarios con gente aún ajena a mi manera del ser.
Lo que aconteció fue que acudimos a casa de una persona a la cual él deseaba conocer ya que por diversos motivos el se identifica con esa persona. Al momento de llegar a la reunión, no me sentía para nada cómodo, después de intentar intercambiar un par de palabras con los presentes sentía que no era bienvenido, quizás por que no contaban con mi asistencia, quizás por esa manera torpe en cómo tomo confianza tan pronto, el asunto es que bancho se percató de la situación, me sugirió que nos retiraramos, yo le conteste que no era necesario, él deseaba estar en ese lugar, sin embargo la sensación de incomodidad se tornó en hostilidad de mi parte e hice un par del comentarios, aunque intentando bromear, la manera en cómo me dirigí denotaba esa hostilidad, para el momento bancho decidió que lo mejor era retirarnos.
Caminando hacia su casa me señaló que debía ser más prudente con mis comentarios, yo no respondí de la mejor manera, traté del evadir el tema y reaccione de una manera muy hosca, ya estando en su casa, trate del calmarme y le explique la situación a muy groso modo, entendió lo que me sucedía y poco a poco las cosas se calmaron, aun así, estaba ese dejo de amargura en mi por haber contestado de mala manera a mi mejor amigo, quien me había recibido en su hogar, indudablemente una falta del respeto de parte mía, más aún después de lo que entendí durante el entrenamiento.
Aún así el estaba abierto a amenizar el momento entonces fue entonces que abrimos el sake,
-Viejo, ya no estoy para estos trotes, me gusta mucho el sake pero ya no tengo tanta tolerancia al alcohol, ¿qué me pasó? jajaja-
Esos comentarios me permitieron calmarme y volver a disfrutar del momento, hasta que casi se acabó el sake, entonces dejamos de beber y nuevamente comenzamos a ver películas hasta quedarnos dormidos.
Al cuarto día, el último día de mi estadía en su hogar, después que salí a comprar unas provisiones, almorzamos y entonces le recordé de un objeto que me mencionó que estaba en su hogar y no lo usaban, lo hice por que a mi me interesaba tener dicho objeto entre mis posesiones, ahora es de las más preciadas dado a que él me lo obsequió, después de explorar por la casa y de conocer espacios de lugar que durante estos diez años no había conocido, me contó un poco de la historia de ese lugar, sin abordar en muchos detalles puedo decir que ese espacio no se encontraba en las condiciones que se merecía, pero entre disputas familiares y cuestiones económicas él no podía hacer mucho por cambiar eso, además que no le correspondía a él, sin embargo está tratando de luchar por rescatar algo de ese lugar, su familia, decidiendo sostener no solo los muros de ese lugar, si no de contener lo más posible aquello que en muchas ocasiones ha imposiblitado la armonia en el hogar, aunque al final de todo solo reciba la satisfacción de haber ayudado pero sin conservar nada a cambio, una herencia rota, así le llamó el, no pude evitar sentirme preocupado por la situación, por el como podría acabar todo y notar que se siente despojado de muchas cosas importantes en la vida, pero aún así persiste ante su convicción, me notó sorprendido por la situación, me aclaró que esa parte de él no se la ha mostrado a muchas personas. Lo más que pude hacer fue hacerle notar que de mi parte yo lo considero como miembro de mi famlia y en lo más que podría ayudarle podria contar conmigo, me correspondio afirmando que tanto otro amigo, buda, y yo nos considera parte de su familia también.

Etonces llegó el momento de volver a tocar el tema del mi regreso a la ciudad, sobre mi familia y mi historia personal, por mucho tiempo me tuve que lidiar con muchas situaciones solo, aunque él ya formara parte de mi vida en aquel entonces, no podía recurrir a él cada vez que me sucediera una tragedia, y ademas en aquel entonces yo no me permitía tanta sercanía con mi famlia, por lo que no se enteraron por los amargos momentos que pasé me intervinó citando a un personaje de una de esas series que nos gustan.
-"No creas en ti, cree en mi que yo creo en ti"
Esa frase me reconfortó, y me permitió notar como es que hoy dia es todo muy distinto, soy mas cercano a mi familia, y sé que en cualquier situación que requiera de ayuda puedo contar con bancho; rompí en llanto, un llanto entre gustoso y triste a la vez, él jamás me había visto llorar, nunca lo había hecho delante de él, siendo que él ya me había visto es situaciones más penosas. En ese momento llegamos a un grado del confianza y de intimidad que antes no habíamos tenido.

Después de que me tranquilize nos dispusimos a limpiar el lugar puesto que tenía algunas remodelaciones pendientes que tenía el espacio un poco fuera del orden. Una vez concluido el quehacer tomó la botella de sake.
-Sabes, voy a poner ésta botella en mi altar-
Escuchar eso me conmovió tanto que solo puede extenderle un abrazo, puesto que ese gesto indicaba que me consideraba lo suficientemente cercano como para que nuestra amistad tenga un lugar en su altar, representado por aquella botella medio vacía del sake. Agregó a su comentario la petición de que cada que vaya a verlo le lleve una botella de sake, promesa que me asegúrare de cumplir.
Pasamos el resto del día hablando sobre el amor y nuevas experiencias que estábamos pensando en cuanto a la vida.
Llegó el momento en el que tenía que alistarme, ya casi era la hora de irme, aunque no quería, en ese momento no necesitaba otra cosa más que quedarme en mi pueblo natal, aún así tenía que volver para organizar mi regreso.
Cenamos antes que fuera hora de irme mientras cenavamos le conte un proyecto que me vino a la mente para cuando sea mi regreso, me dio un par de consejos y al terminar nos retiramos muy satisfechos, no solo por la comida si no por toda la experiencia de esa semana, llegamos en la central de autobuses, nos tomamos una foto para el recuerdo y nos despedimos con un rápido abrazo.
Dos días después recibí una misiva de su parte en la cual me externaba su preocupación por lo sucedido aquella noche en casa de esa persona, comentaba en su carta que no era la primera ocasión en que sucedía algo similar, pero en otras ocasiones no había comentado mucho puesto que aún era joven y era esperable esa actitud del mi, pero en esta ocasión no podía dejarlo pasar puesto que ya tengo más edad como para seguir haciendo lo que he hecho por años, sin ahondar en más detalles, lo que quiero compartir con este pasaje es que los comentarios de esa carta me cimbraron la mente, de manera positiva, puesto que pude notar que bancho realmente se encontraba preocupado por mi crecimiento personal y que realmente valora nuestra amistad y de entre todos a quienes he considerado amigos, esa fue la primera vez en que pude notar una genuina estima hacia mi persona.
Eso es algo tan valioso, digno del estar en un altar.
Termino esta memoria con algo que le dije durante aquella semana.
Yo no creo que la amistad se deba agradecer, no es algo que se da como un favor mas bien se agradecen los gestos que los amigos tienen con uno.
Bancho: no te agradezco que seas mi amigo, agradezco todos los gestos que tienes para conmigo.






domingo, 2 de febrero de 2020

Medusa


Si he de entrar a tu cueva, 
será sin el escudo de perseo...
¡Mira mis ojos!
penetra mi alma, 
descubre mi objeto de deseo. 

Seductora, petrifica mi alma, tu mirada, 
eriza mi vello, tu aliento, 
envenena mi cuerpo, tu beso. 

Recorran tus curvas mi piel
Tus escamas; hazme sentir. 
 viperino  hechizo es tu cintura:
Mi aliento, mi alma y mi mirada captura. 

¡Constrictor! Tu abrazo funesto, 
Me deja sin aliento. 

Encarna tus labios en mi cuerpo, 
mientras bebo en el monte de venus, 
Recorra mis venas y mi piel tu veneno. 

¡Firme piedra vuelves mi ser! 
¡Medusa! 


miércoles, 29 de enero de 2020

Espejo negro


Dónde nació 
ahí he de cruzar mi mirada,
en la noche que la oscureció. 

Ahí,  en su superficie 
lo vacio se refleja, 
lo olvidado encuentra espacio,
y lo nunca dicho  en ecos retumba. 

Fijo la mirada 
mi respirar se apasigua 
mi latido escucho, 
Entonces: trance...

Deambula y transita en su reflexion
el pensamiento mío,
esbozando su silueta, 
 la que no se puede nombrar.

Sin tiempo que le apresure, 
Ni espacio que le limite 
en su reflejo, he de encontrar...

¡Mi Alma!