Me sentaré en la
frontera que media entre el recuerdo y el presente;
En el borde de la nostalgia y el olvido,
Y ahí repetiré la historia de una presencia errante;
de frente al recuerdo que arde al rojo vivo.
En el borde de la nostalgia y el olvido,
Y ahí repetiré la historia de una presencia errante;
de frente al recuerdo que arde al rojo vivo.
En aquel lugar dónde
el incendio se refugia perpetuo,
viviré la maldición del ave fénix:
Arderá, se consumirá, y de su ceniza revivirá su amor de nicho mausoleo.
Pretendiendo un querer, aparentemente feliz.
viviré la maldición del ave fénix:
Arderá, se consumirá, y de su ceniza revivirá su amor de nicho mausoleo.
Pretendiendo un querer, aparentemente feliz.
¡Dónde hubo fuego,
cenizas quedan!
¡Cenizas que insisten, fuego que no se disipa!
Memorias que se resisten a ser perdidas,
Buscan su vida en fuegos de artificio…
¡Cenizas que insisten, fuego que no se disipa!
Memorias que se resisten a ser perdidas,
Buscan su vida en fuegos de artificio…
Hasta que las llamas, efímeras, se vuelvan ceniza,
Buscaré para ellas recipiente y contenedor nuevo,
Para no perder la cálida memoria que se enfría,
al paso del recuerdo que por dentro llevo.
. . .
En el lugar del otro colocaré las cenizas de tu recuerdo encendido.
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