miércoles, 12 de febrero de 2020

Un altar



Uno de los detalles que más me ha llamado la atención del bancho es que al entrar en su casa,. Inmediatamente uno es recibido por un altar, dedicado a sus prácticas de artes marciales, en el cual él coloca objetos de valor emocional y simbólico.
La fecha de su cumpleaños se acercaba y yo había planeado ir a mi pueblo natal, y quedarme algunos días en su hogar, como el ya lo había hecho anteriormente en la que hasta ahora ha sido mi casa.
Era ya el día del su cumpleaños, lo llame para avisarle que iba a llegar antes de lo planeado, pero para él no representó ningún problema.
Llegué a la terminal de autobuses, hacia algo de frío y la ciudad estaba muy calmada, no la recordaba así, a los pocos minutos bancho llegó

-Bienvenido viejo ¿que tal el viaje?- me dijo mientras me extendía su mano
-Muy bien, muy tranquilo, por cierto, felicidades, le respondí el saludo tornandolo en un abrazo de camaradas.
Nos fuimos directo a su hogar para dejar mi equipaje
-Bienvenido- decía mientras abría la puerta y encendía la luz y al iluminarse la habitación, justo delante mi estaba ese altar que durante tantos años me había causado curiosidad, conozco bien los objetos que tiene ahí, no pienso entrar en muchos detalles, solamente puedo afirmar que son objetos muy preciados para él, todos relacionados, como ya lo expliqué, con el kendo y la cultura japonesa, siempre que entro en su hogar no puedo evitar ver el altar y notar la energía que aporta a la atmósfera del lugar.
Antes de que tomáramos asiento y comenzamos con nuestras habituales charlas, tome mi equipaje y saque los presentes que tenía para él, me aseguré de prepararlos de una manera en que se me ha transmitido por las costumbres que llevo, cuando un amigo te recibe en su hogar has de tener en cuenta llevar algo para el hogar, incienso de sándalo fue lo que lleve, algo para su familia, opte por un remedio naturista para los dolores corporales que he preparado para él en una que otra ocasión, algo para tu anfitrión, como él no había comido nada que yo preparara, y como me gusta mucho la cultura china, decidí que llevaría un platillo tradicional chino, baozi, un pan al vapor relleno de carne y verduras, el último detalle a considerar es algo que compartan entre ambos, una botella de sake, una bebida japonesa.
Esperaba que no le incomodaron tantas atenciones de parte mia, pero es que nunca había tenido la oportunidad de pasar su cumpleaños con él, aún después de tantos años de amistad, y en efecto, no le parecieron nada excesivos aquellos detalles.
Comenzó la charla y pasamos vario rato hablando sobre artes marciales, nuestra serie favorita, planes a futuro etc, hasta que ya se hizo muy noche y quedamos noqueados por mi platillo.
A lo largo de la noche iba notando algo en bancho, hablaba de una manera más jovial, más tranquila, por fin la edad lo alcanzó y maduró de una manera muy natural, aunque conservando siempre ese toque ácido en su manera de ser.
Al día siguiente hicimos un poco de lo mismo y no resultaba en absoluto repetitivo, hasta que en la noche decidimos salir, como el canalla ya no estaba abierto, decidió que lo mejor para pasar el rato y yo reconectarme con la ciudad sugirió ir al viejo mercado del pueblo para tomar algunas cervezas.
-Estoy pensando en estudiar nuevamente, retomaré la preparatoria-
me dijo mientras meditaba la opción con un cigarrillo en la mano.
-Sabes, siento que en aquel entonces, cuando era más joven no aproveche bien los estudios y ya tengo una carrera, pero quiero volver a estudiar, para encontrar un lugar o una ruta nueva para mi vida-
-Sabes bancho, es algo que me enorgullece mucho de tu persona, siempre estás buscando hacer algo nuevo en tu camino, y hacer cosas que te traigan crecimiento-
No dijo nada y se quedó viendo al vacío, pero noté como se esbozó levemente una sonrisa en su rostro, pocas veces había visto ese gesto en él, y es que realmente pocas personas entienden esa clase de acciones en el, pero el tiempo que hemos pasado me ha permitido ver lo que se mantiene detrás de la mayoría de sus actos
Entonces llegó mi turno de hablar sobre mis planes a futuro
-ya he platicado contigo sobre la condición de mi papá, y también la idea que tienes para dentro de un tiempo me inquieta un poco, por lo que estoy decidiendo regresar a vivir aquí, ya lo discutimos hace un tiempo pero contemplado como una opción, ahora lo veo más como un hecho-
-Bien, me alegra que por fin tomarás la decisión, ambos sabíamos que es lo que necesitabas hacer desde hace un buen tiempo-

Después de eso fuimos a caminar por las plazas del lugar hasta llegar nuevamente a su hogar y nuevamente al abrir la puerta se encontraba ese curioso altar que tanto me ha llamado la atención, no sé si él se ha percatado de la curiosidad que me despierta ese altar, el acomodo de las piezas que lo componen así como lo que representan además de que se percibe con una atmosfera de calidez y cercanía.
Esa noche la terminamos viendo películas y viejas series que siempre nos han gustado, quizás más a él que a mí, sin embargo las disfruto.
Al tercer día él tenía que dar entrenamiento de kendo en el dojo, le pedí que me permitiera entrenar con él puesto que deseaba conocer lo más elemental del kendo así como el poder aprender directamente de él, cosa que deseaba desde hace ya tiempo, aunque durante muchos años me decía que no era lo adecuado porque regresaría a la ciudad en la cual laboro y no le daría seguimiento junto con el equipo de practicantes de su dojo, aunque en esta ocasión me lo permitió, porque sabía él que no era un mero capricho de conocer kendo y retirarme, sino que de verdad deseaba aprender de él así que acudimos al entrenamiento y conocí a algunos de aquellos que practican con él.

En ese momento conocí otra faceta de él: el maestro. Se mostraba muy firme en sus indicaciones, muy propio en las correcciones que nos hacía así como la atención hacia los ejercicios que realizamos y entonces noté algo, esa sensación, la que me invadía cada vez que veía su altar, la estaba sintiendo en esos momentos y entendí algo sobre aquello que siento delante de su altar, tiene que ver con la disciplina como forma del respeto y homenaje a quienes nos han enseñado, eso nos aporta cercanía y calidez con aquellas personas.
Más tarde pasamos a comer a un lugar cercano, durante ese momento nuevamente no hizo falta mucha conversación, cada vez el silencio resulta más cómodo entre nosotros dos, a veces las palabras están del sobra cuando se está con buena compañía.
Pero más tarde sucedió algo que me causa, aún, algo de remordimiento, resulta que soy una persona con pocos filtros para hablar, más cuando me siento en confianza y eso me ha causado muchos inconvenientes y lo he hecho quedar mal debido a mis impertinentes comentarios con gente aún ajena a mi manera del ser.
Lo que aconteció fue que acudimos a casa de una persona a la cual él deseaba conocer ya que por diversos motivos el se identifica con esa persona. Al momento de llegar a la reunión, no me sentía para nada cómodo, después de intentar intercambiar un par de palabras con los presentes sentía que no era bienvenido, quizás por que no contaban con mi asistencia, quizás por esa manera torpe en cómo tomo confianza tan pronto, el asunto es que bancho se percató de la situación, me sugirió que nos retiraramos, yo le conteste que no era necesario, él deseaba estar en ese lugar, sin embargo la sensación de incomodidad se tornó en hostilidad de mi parte e hice un par del comentarios, aunque intentando bromear, la manera en cómo me dirigí denotaba esa hostilidad, para el momento bancho decidió que lo mejor era retirarnos.
Caminando hacia su casa me señaló que debía ser más prudente con mis comentarios, yo no respondí de la mejor manera, traté del evadir el tema y reaccione de una manera muy hosca, ya estando en su casa, trate del calmarme y le explique la situación a muy groso modo, entendió lo que me sucedía y poco a poco las cosas se calmaron, aun así, estaba ese dejo de amargura en mi por haber contestado de mala manera a mi mejor amigo, quien me había recibido en su hogar, indudablemente una falta del respeto de parte mía, más aún después de lo que entendí durante el entrenamiento.
Aún así el estaba abierto a amenizar el momento entonces fue entonces que abrimos el sake,
-Viejo, ya no estoy para estos trotes, me gusta mucho el sake pero ya no tengo tanta tolerancia al alcohol, ¿qué me pasó? jajaja-
Esos comentarios me permitieron calmarme y volver a disfrutar del momento, hasta que casi se acabó el sake, entonces dejamos de beber y nuevamente comenzamos a ver películas hasta quedarnos dormidos.
Al cuarto día, el último día de mi estadía en su hogar, después que salí a comprar unas provisiones, almorzamos y entonces le recordé de un objeto que me mencionó que estaba en su hogar y no lo usaban, lo hice por que a mi me interesaba tener dicho objeto entre mis posesiones, ahora es de las más preciadas dado a que él me lo obsequió, después de explorar por la casa y de conocer espacios de lugar que durante estos diez años no había conocido, me contó un poco de la historia de ese lugar, sin abordar en muchos detalles puedo decir que ese espacio no se encontraba en las condiciones que se merecía, pero entre disputas familiares y cuestiones económicas él no podía hacer mucho por cambiar eso, además que no le correspondía a él, sin embargo está tratando de luchar por rescatar algo de ese lugar, su familia, decidiendo sostener no solo los muros de ese lugar, si no de contener lo más posible aquello que en muchas ocasiones ha imposiblitado la armonia en el hogar, aunque al final de todo solo reciba la satisfacción de haber ayudado pero sin conservar nada a cambio, una herencia rota, así le llamó el, no pude evitar sentirme preocupado por la situación, por el como podría acabar todo y notar que se siente despojado de muchas cosas importantes en la vida, pero aún así persiste ante su convicción, me notó sorprendido por la situación, me aclaró que esa parte de él no se la ha mostrado a muchas personas. Lo más que pude hacer fue hacerle notar que de mi parte yo lo considero como miembro de mi famlia y en lo más que podría ayudarle podria contar conmigo, me correspondio afirmando que tanto otro amigo, buda, y yo nos considera parte de su familia también.

Etonces llegó el momento de volver a tocar el tema del mi regreso a la ciudad, sobre mi familia y mi historia personal, por mucho tiempo me tuve que lidiar con muchas situaciones solo, aunque él ya formara parte de mi vida en aquel entonces, no podía recurrir a él cada vez que me sucediera una tragedia, y ademas en aquel entonces yo no me permitía tanta sercanía con mi famlia, por lo que no se enteraron por los amargos momentos que pasé me intervinó citando a un personaje de una de esas series que nos gustan.
-"No creas en ti, cree en mi que yo creo en ti"
Esa frase me reconfortó, y me permitió notar como es que hoy dia es todo muy distinto, soy mas cercano a mi familia, y sé que en cualquier situación que requiera de ayuda puedo contar con bancho; rompí en llanto, un llanto entre gustoso y triste a la vez, él jamás me había visto llorar, nunca lo había hecho delante de él, siendo que él ya me había visto es situaciones más penosas. En ese momento llegamos a un grado del confianza y de intimidad que antes no habíamos tenido.

Después de que me tranquilize nos dispusimos a limpiar el lugar puesto que tenía algunas remodelaciones pendientes que tenía el espacio un poco fuera del orden. Una vez concluido el quehacer tomó la botella de sake.
-Sabes, voy a poner ésta botella en mi altar-
Escuchar eso me conmovió tanto que solo puede extenderle un abrazo, puesto que ese gesto indicaba que me consideraba lo suficientemente cercano como para que nuestra amistad tenga un lugar en su altar, representado por aquella botella medio vacía del sake. Agregó a su comentario la petición de que cada que vaya a verlo le lleve una botella de sake, promesa que me asegúrare de cumplir.
Pasamos el resto del día hablando sobre el amor y nuevas experiencias que estábamos pensando en cuanto a la vida.
Llegó el momento en el que tenía que alistarme, ya casi era la hora de irme, aunque no quería, en ese momento no necesitaba otra cosa más que quedarme en mi pueblo natal, aún así tenía que volver para organizar mi regreso.
Cenamos antes que fuera hora de irme mientras cenavamos le conte un proyecto que me vino a la mente para cuando sea mi regreso, me dio un par de consejos y al terminar nos retiramos muy satisfechos, no solo por la comida si no por toda la experiencia de esa semana, llegamos en la central de autobuses, nos tomamos una foto para el recuerdo y nos despedimos con un rápido abrazo.
Dos días después recibí una misiva de su parte en la cual me externaba su preocupación por lo sucedido aquella noche en casa de esa persona, comentaba en su carta que no era la primera ocasión en que sucedía algo similar, pero en otras ocasiones no había comentado mucho puesto que aún era joven y era esperable esa actitud del mi, pero en esta ocasión no podía dejarlo pasar puesto que ya tengo más edad como para seguir haciendo lo que he hecho por años, sin ahondar en más detalles, lo que quiero compartir con este pasaje es que los comentarios de esa carta me cimbraron la mente, de manera positiva, puesto que pude notar que bancho realmente se encontraba preocupado por mi crecimiento personal y que realmente valora nuestra amistad y de entre todos a quienes he considerado amigos, esa fue la primera vez en que pude notar una genuina estima hacia mi persona.
Eso es algo tan valioso, digno del estar en un altar.
Termino esta memoria con algo que le dije durante aquella semana.
Yo no creo que la amistad se deba agradecer, no es algo que se da como un favor mas bien se agradecen los gestos que los amigos tienen con uno.
Bancho: no te agradezco que seas mi amigo, agradezco todos los gestos que tienes para conmigo.






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